Podemos identificar diversas heridas emocionales que pueden ser experimentadas en la infancia y que pueden afectar el desarrollo emocional y psicológico de la persona a lo largo de su vida. Aquí vamos a hablar de la herida de abandono, de traición, de humillación, de rechazo, de abuso, de negligencia, de sopreprotección/dominación, de sofocamiento emocional, de culpa y de no ser visto.

 A continuación, vamos a describir algunas de estas heridas emocionales, necesitarán algunas referencias bibliográficas que abordan el tema en profundidad:

 

1) Abandono.  La herida de abandono es una experiencia emocional dolorosa que se origina en la infancia, cuando un niño o niña no recibe el cuidado, la atención y el amor que necesita de sus figuras de apego (como los padres o cuidadores) o cuando es separado/ a de ellos. Esta experiencia puede ser traumática y dejar una huella profunda en la vida del niño que se convierte en adulto.

Las personas que han experimentado la herida de abandono pueden sentir una profunda sensación de inseguridad y miedo al rechazo y la soledad. Pueden tener dificultades para establecer relaciones saludables y duraderas, y pueden sentirse incapaces de confiar en los demás. También pueden experimentar sentimientos de vergüenza, baja autoestima y autoexigencia.

Las personas que sufren de esta herida pueden manifestar comportamientos como la necesidad constante de aprobación, el miedo al abandono y la dependencia emocional en las relaciones, así como el miedo a la intimidad. También pueden tener dificultades para establecer límites saludables y para expresar sus necesidades y deseos.

Es importante reconocer que la herida de abandono es común y tratable. La terapia y el trabajo personal pueden ayudar a las personas a sanar y superar los efectos negativos de la herida de abandono, ya establecer relaciones más saludables y satisfactorias en el futuro.

Una referencia bibliográfica sobre este tema es "El niño abandonado: Causas y consecuencias" de John Bowlby.

 

2) Traición.  La herida infantil de traición se produce cuando un niño o niña experimenta una pérdida de confianza en las personas que posiblemente sean sus cuidadores y protectores. Esto puede suceder en diferentes situaciones, como cuando uno de los padres es infiel, cuando un amigo traiciona su confianza o cuando una figura de autoridad abusa de su poder.

Esta experiencia puede ser muy dolorosa y dejar una huella profunda en la vida del niño que se convierte en adulto. Las personas que han experimentado la herida infantil de traición pueden sentir una profunda desconfianza hacia los demás y tener dificultades para establecer relaciones saludables y duraderas.

Además, pueden tener dificultades para confiar en sus propios instintos y para tomar decisiones importantes. Pueden sentirse paralizados por el miedo a ser lastimadas nuevamente y pueden tener dificultades para expresar sus emociones y necesidades.

Las personas que sufren de esta herida pueden manifestar comportamientos como el aislamiento, la evitación de relaciones cercanas, la negación de sus emociones y la falta de límites saludables en sus relaciones. También pueden experimentar sentimientos de traición y resentimiento hacia las personas que los lastimaron en el pasado.

Un libro recomendado sobre este tema es "Trauma y recuperación" de Judith Herman.

 

3) Humillación. La herida infantil de humillación se produce cuando un niño o niña experimenta situaciones en las que se siente avergonzado/a, ridiculizado/a o menospreciado/a por otras personas, especialmente por sus figuras de autoridad o personas en las que confiaba. Esto puede suceder en diferentes situaciones, como cuando un padre ridiculiza a su hijo/a por su apariencia física o cuando un maestro avergüenza públicamente a un estudiante por cometer un error.

Esta experiencia puede ser muy dolorosa y dejar una huella profunda en la vida del niño que se convierte en adulto. Las personas que han experimentado la herida infantil de humillación pueden sentir una profunda vergüenza y sentir que no son lo suficientemente buenas. También pueden tener una baja autoestima y sentir que nunca podrán cumplir con las expectativas de los demás.

Además, pueden tener dificultades para establecer relaciones saludables y duraderas, ya que pueden tener miedo a ser juzgados/as y avergonzados/as por los demás. También pueden manifestar comportamientos de evitación, como evitar situaciones sociales o hablar en público, para evitar ser humilladas o ridiculizadas.

Las personas que sufren de esta herida pueden experimentar sentimientos de vergüenza y culpa, así como una necesidad constante de buscar la aprobación de los demás. También pueden tener dificultades para establecer límites saludables en sus relaciones y para expresar sus emociones y necesidades.

Un libro recomendado sobre este tema es "La vergüenza y el orgullo: Una interpretación de la psicología del yo y los conflictos interpersonales" de Nathanson.

 

4) Rechazo. La herida infantil de rechazo se produce cuando un niño o niña experimenta la sensación de que no es amado/a o no es deseado/a por sus figuras de apego, como sus padres o cuidadores. Esto puede suceder en diferentes situaciones, como cuando un padre abandona a su hijo/a, cuando una niña es ignorada o descuidada por sus padres, o cuando un niño es víctima de bullying o exclusión social en la escuela.

Esta experiencia puede ser muy dolorosa y dejar una huella profunda en la vida del niño que se convierte en adulto. Las personas que han experimentado la herida infantil de rechazo pueden sentir una profunda sensación de soledad, aislamiento y una falta de conexión emocional con los demás. También pueden tener dificultades para establecer relaciones saludables y duraderas.

Además, pueden experimentar sentimientos de baja autoestima, inseguridad y una sensación de no ser dignas de amor y respeto. También pueden manifestar comportamientos como la necesidad constante de aprobación y validación de los demás, la dependencia emocional en las relaciones, así como la evitación de situaciones sociales y el miedo al rechazo.

Las personas que sufren de esta herida pueden tener dificultades para confiar en los demás y pueden estar constantemente en guardia, esperando ser rechazados nuevamente. También pueden tener dificultades para establecer límites saludables en sus relaciones y para expresar sus emociones y necesidades.

Un libro recomendado sobre este tema es "El rechazo en la infancia" de Harry Harlow.

 

5) Abuso. La herida infantil de abuso se refiere a la experiencia traumática que un niño o niña ha experimentado en su infancia, debido a algún tipo de abuso físico, sexual, emocional o psicológico. Este tipo de abuso puede provenir de una figura de autoridad, como un progenitor, un cuidador o un pariente cercano, o puede ser perpetrado por un extraño.

Las heridas infantiles de abuso pueden tener un impacto duradero en la vida de la persona afectada. Algunos de los efectos a largo plazo pueden incluir problemas emocionales y psicológicos, como depresión, ansiedad, trastornos de estrés postraumático, problemas de confianza y relaciones interpersonales difíciles. También puede haber efectos físicos a largo plazo, como enfermedades crónicas, dolores de cabeza y trastornos del sueño.

Es importante señalar que cada persona es única y su respuesta a la herida infantil de abuso puede ser diferente. Algunas personas pueden recuperarse más fácilmente que otras, dependiendo de su historia, apoyo social y otros factores.

Un libro recomendado sobre este tema es "El abuso sexual infantil" de Herman y Hirschman.

 

6) Negligencia. La herida infantil de negligencia se refiere a un tipo de trauma emocional que ocurre cuando un niño o niña experimenta una falta persistente de cuidado y atención por parte de sus cuidadores primarios. Esto puede incluir una falta de atención física, como no recibir suficiente comida, ropa limpia o atención médica, así como una falta de atención emocional, como la falta de amor, afecto, consuelo o apoyo emocional.

La negligencia infantil puede ser intencional o no intencional, y puede ocurrir en diferentes formas, como la negligencia física, emocional, educativa o médica. La negligencia física puede incluir la falta de alimentos, refugio, vestimenta adecuada, atención médica y supervisión. La negligencia emocional puede incluir la falta de afecto, atención, consuelo, estímulo y apoyo emocional. La negligencia educativa puede incluir la falta de educación, estimulación y apoyo en el desarrollo del niño. La negligencia médica puede incluir la falta de atención médica, tratamiento y medicamentos necesarios.

Los efectos de la negligencia infantil pueden ser graves y duraderos. Los niños que experimentan negligencia pueden sufrir trastornos emocionales, problemas de comportamiento, problemas de desarrollo y problemas de salud mental a largo plazo. También pueden tener dificultades para establecer relaciones saludables en el futuro y tener un bajo autoestima y confianza en sí mismos. 

Un libro recomendado sobre este tema es "El niño maltratado: Comprender y superar el abuso infantil" de Kazdin.

 

7) Sobreprotección/dominación. La herida infantil de sobreprotección/dominación se refiere a un patrón de comportamiento y relación que se desarrolla en la infancia, cuando un niño o niña experimenta un nivel excesivo de control y protección por parte de sus cuidadores.

En este tipo de herida, los padres o cuidadores pueden haber sido demasiado protectores, sobre todo en situaciones en las que el/la niño/a debería haber tenido la oportunidad de aprender y experimentar cosas nuevas y desarrollar habilidades para la vida. Por ejemplo, puede que el niño no haya tenido la oportunidad de explorar su entorno o tomar decisiones independientes.

Por otro lado, los padres o cuidadores también pueden haber ejercido un control excesivo sobre el/la niño/a, tomando decisiones por él/ella y limitando su capacidad para tomar sus propias decisiones y desarrollar su autonomía. Esto puede hacer que el/la niño/a sienta que no tiene control sobre su propia vida, lo que puede generar una sensación de impotencia y frustración.

La sobreprotección y la dominación pueden afectar negativamente al desarrollo emocional y social de la persona. El niño puede desarrollar problemas de autoestima, inseguridad, ansiedad y depresión. También puede tener dificultades para establecer relaciones saludables y confiar en los demás.

Un libro recomendado sobre este tema es "Padres que odian" de Susan Forward.

 

8) Sofocamiento emocional. La herida infantil de sofocamiento emocional es una experiencia traumática que ocurre durante la infancia y puede dejar una huella duradera en la vida adulta. Esta herida se produce cuando un niño o niña se siente incapaz de expresar sus emociones o de ser escuchado/a, entendido/a y apoyado/a por sus cuidadores.

Los niños que experimentan sofocamiento emocional a menudo se sienten ignorados, incomprendidos y abandonados emocionalmente. Pueden sentir que sus emociones no son importantes o que no tienen derecho a expresarlas. Esto puede llevar a que los niños repriman sus sentimientos y se desconecten de sus necesidades emocionales, lo que puede tener un impacto negativo en su bienestar emocional y psicológico a largo plazo.

En la edad adulta, las personas que han experimentado sofocamiento emocional pueden tener dificultades para conectarse emocionalmente con los demás, para expresar sus emociones de manera saludable y para establecer límites emocionales adecuados. También pueden experimentar problemas de autoestima, depresión, ansiedad, dificultades en las relaciones interpersonales y una sensación de vacío emocional. 

 

9) Culpa. La herida infantil de culpa se produce cuando un niño experimenta una situación en la que se siente responsable o culpable de algo que no es de su responsabilidad. Por ejemplo, un niño puede sentirse culpable de la separación de sus padres, aunque no tenga ningún control sobre la situación. También puede sentirse culpable por las emociones de sus padres, como cuando uno de ellos está enojado o triste, y el niño siente que es su responsabilidad hacerlos felices.

Esta herida puede ser causada por una variedad de factores, como padres que son críticos o exigentes, o que no reconocen o validan los sentimientos del niño. También puede ser causada por experiencias traumáticas, como el abuso o la negligencia.

Las personas que tienen una herida infantil de culpa pueden experimentar una variedad de síntomas, como ansiedad, depresión, baja autoestima y problemas de relaciones interpersonales. Pueden tener dificultades para establecer límites saludables y pueden sentirse responsables de las emociones y acciones de los demás.

La curación de esta herida implica trabajar para identificar y reconocer la fuente de la culpa y aprender a liberarse de la responsabilidad inapropiada. También puede implicar el desarrollo de habilidades de comunicación y la construcción de relaciones interpersonales saludables y satisfactorias.

Un libro recomendado sobre este tema es "El sentimiento de culpa: Fenomenología, psicología, clínica" de Jean Laplanche.

 

10) No ser visto. La herida infantil de no ser visto es una experiencia emocional dolorosa que se produce cuando un/a niño/a no recibe la atención, el cuidado y la conexión emocional que necesita de sus cuidadores. Esta herida puede surgir de muchas formas diferentes, como por ejemplo, cuando los padres están emocionalmente ausentes, cuando no se toman en cuenta las necesidades emocionales del niño o cuando no se les presta atención en situaciones importantes.

Esta herida puede tener efectos duraderos en la vida de la persona, como una sensación de vacío o de no tener valor y ser insignificantes, dificultad para establecer relaciones saludables, ansiedad, depresión, baja autoestima y sentimientos de abandono. También puede llevar a patrones de comportamiento poco saludables, como la codependencia, la necesidad de atención constante o la búsqueda de amor y validación en relaciones inadecuadas.

 

Es importante tener en cuenta que cada persona es única y que la forma en que experimenta y procesa una herida infantil puede variar. Así mismo, es importante tener en cuenta que estas heridas emocionales pueden tener efectos interconectados con otras heridas emocionales y que la terapia puede ser útil para sanarlas y promover un mayor bienestar emocional y psicológico en la vida adulta.

 

 

 

 

 

 

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